La práctica de la VISUALIZACIÓN

Quizás todos hemos escuchado alguna vez una recomendación sobre la utilidad de la visualización, para manifestar la realidad soñada. A veces se minimiza la importancia de este proceso, que está siempre en marcha, aunque no nos demos cuenta de ello.
El cerebro humano no se comporta muy distinto cuando estamos viviendo una experiencia determinada, en comparación con la imaginación (visualización) de aquella misma situación. En otras palabras, los patrones de actividad neuronal son prácticamente los mismos cuando imaginamos que algo sale mal, y cuando eso efectivamente sale mal. ¿por qué estoy hablando de cosas saliendo mal, si estamos queriendo cambiar nuestras vidas hacia una mejora? Bueno, todos sabemos que la mente está en gran medida orientada a prever situaciones indeseables. Algunos dicen que es su naturaleza, y tienen razón. La mente es un dispositivo extremadamente complejo, cuya función evolutiva ha permitido volvernos una especie muy adaptable, al ser capaces de anticipar situaciones de peligro.
El problema surge cuando se sale de control y nunca se detiene en su ideación de catástrofes.
Es así como la visualización es un ejercicio muy antiguo y practicado todo el tiempo por la humanidad y por cada uno de sus miembros.
El "truco", en consecuencia, consiste en utilizar este mismo mecanismo, orientándose en la dirección de nuestra realidad de preferencia, visualizando la realidad paralela que sea más representativa de lo que nos entusiasma. (léase La Fórmula).
En otras palabras, ¿cómo luciría nuestra vida, si aquello que deseamos estuviera siendo real en el presente?.
¿Tienes miedo a quedarte solo y sufrir? Es posible. "Humano, demasiado humano", diría Friedrich Nietzsche. No luches contra eso. No es necesario. Es posible definir una versión del universo que sea de nuestra preferencia, más que cualquier otra. Esta idea es similar a la imagen del genio que tan generosamente nos ofrece la concesión de uno o más deseos cuando lo liberamos de la lámpara o botella donde descansa. Mucho cuidado con eso que le decimos al genio, pues puede que sea concedido de manera muy literal. Sé impecable con tus palabras (léase Los Cuatro Acuerdos Toltecas). Esta definición en la palabra es de suma importancia. Cuando ya se ha aclarado de alguna manera la idea, de qué es esa cosa a la que nos hemos de dirigir en nuestro intento, la visualización deviene un paso clave. Cada día, idealmente al despertar o justo antes de dormir, 30 segundos pueden ser dedicados a este cometido. Procura poner cuidadosa atención a qué aspecto tiene esa realidad, y sobre todo cómo se siente. Esto significa observar qué sientes mientras lo imaginas, y al mismo tiempo percibir cómo esta versión paralela de ti mismo se siente, este personaje que habita la realidad "imaginada".
Las comillas indican que no es menos real por el hecho de ser una imagen mental. En alguna forma existe, de lo contrario, sería completamente imposible verla en la "pantalla" de la consciencia. Tiene existencia en una realidad paralela, en el mundo de las ideas platónico, en el futuro, en el mundo de los sueños, en alguna parte, pero existe; si se quiere, como una idea, dotada de contenido e información. Ahora bien podemos preguntarnos ¿cómo es esa versión de mí que habita en esa realidad paralela que representa mis sueños hechos realidad? ¿Cómo piensa, actúa, camina, habla, se siente, decide y se relaciona? Puedes establecer un diálogo con él o ella.
Sólo 30 segundos cada día, visualiza, y dialoga con tu mejor futuro.

999 Minutos



By Yidaki 01
Introducción:

La brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor, dicen algunos estudiosos del tema. Sin embargo, aunque existan mayores o menores diferencias en los ingresos económicos, lo cierto es que para todos,más allá de la condición de salud, dinero, felicidad o lugar donde se viva, el día tiene 1440 minutos. “El tiempo es oro” dice un viejo adagio. Pues bien, todos tenemos una cantidad igual de “oro”, en lo que a minutos respecta.
No obstante, si estamos durmiendo un promedio de 7 horas con 21 minutos cada día, es decir, 441 minutos, nos queda un promedio diario de 999 minutos en un estado de vigilia.
Más allá de las complejas diferencias que podemos percibir entre personas, existe algo que nos hace iguales; todos tenemos 999 minutos (en promedio) para hacer nuestra vida despierta.
En este sentido, es muy importante administrar correctamente estos 999 minutos, en armonía con lo que queramos que nuestra vida sea.
Impresiona que hoy tengamos más facilidades que nunca en la historia de la humanidad, para acelerar procesos. Necesidades y actividades tales como alimentarse, pueden ser hechas en menos tiempo que el que nuestros antepasados necesitaron. También el transporte es más veloz. El envío de información por mensajería instantánea y correo electrónico, la adquisición de libros en formato digital, y los supermercados que envían las compras a domicilio, constituyen algunos ejemplos de procesos acelerados, ahorrando minutos al usuario.
Sin embargo, simultáneamente la sensación de no tener suficiente tiempo es epidémica. Esto demuestra que la experiencia interna no depende de las circunstancias, es decir, de “ganar tiempo” por medio de acelerar un proceso. No depende, por tanto, de cuánto tengamos, sino de cómo nos sentimos. Nuestro estado mental radica más bien en nuestra interpretación; el significado asignado a lo que vemos (la circunstancia), y finalmente qué hacemos con todo eso (conducta).
Si plantamos una semilla viva en la tierra, y las condiciones necesarias son brindadas, la planta que hasta entonces es sólo un potencial, inevitablemente crecerá. Esto sucede conforme a la ley del menor esfuerzo. De la misma manera, si instalamos un hábito sencillo (semilla) y se proveen las condiciones propicias, tales como repetición, determinación, voluntad y claridad de propósito, inevitablemente esta conducta (hábito) abarcará cada vez más territorio (tiempo), es decir, se irá expandiendo progresivamente dentro de los 999 minutos. En el estado semilla de un hábito es suficiente con un minuto.
Por ejemplo, si se desea cultivar el hábito de actividad física, es suficiente con un minuto cada día, siempre y cuando no se hagan concesiones. Vale decir, se toma ese minuto como algo No-Negociable. De esta manera, con una ventana de tiempo suficientemente amplia, ese minuto tenderá, inevitablemente a convertirse en más largo.